El próximo lunes, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se van a ver las caras en Moncloa por primera vez desde la ruptura oficial del alto el fuego "permanente" de ETA. Para empezar, se antoja ya una convocatoria tardía por parte del presidente para un encuentro que debería ser clave en el futuro de la lucha contra el terrorismo. Va a transcurrir prácticamente una semana desde el anuncio de los etarras hasta la reunión entre las dos personas que deberían estar llamadas a recomponer la lucha antiterrorista.
De este encuentro quien debería volver al sentido común de la defensa de la libertad y de la democracia es el presidente del Gobierno. Ha sido Zapatero quien ha volado los puentes de la relación con el PP, destruyendo el consenso en la lucha antiterrorista; es, por tanto, el único responsable de la situación actual. Es más, es el único responsable de la demolición de todo lo que la democracia había construido durante décadas para vencer al terrorismo.
Zapatero ha jugado con los españoles y los ha engañado, negociando a escondidas con ETA. Ha concedido a los terroristas buena parte de lo que éstos le han exigido a cambio de nada, de un alto el fuego "permanente" durante el cual se puede asesinar. Y es él quien ahora deberá explicar lo ocurrido y deberá rectificar por todo lo que ha pasado. Zapatero se ha cargado el pacto antiterrorista, ha inutilizado la Ley de Partidos, ha abierto el Parlamento Europeo a ETA-Batasuna, ha permitido el regreso de los terroristas a los Ayuntamientos bajo la franquicia de Acción Nacionalista Vasca, ha cedido al chantaje del sanguinario De Juana Chaos, ha dejado a Arnaldo Otegi en la calle, ha mirado hacia otra parte tras el atentado de Barajas y ha permitido que el Fiscal General del Estado y el ministro de Justicia justificaran lo injustificable para que los terroristas estuvieran contentos tras sus exigencias. En definitiva, un auténtico rosario de cesiones que, pese a todo, el Gobierno ha intentado vendernos como algo normal.
Pero la confirmación de que el Gobierno estaba cediendo nos la ha facilitado el propio Ejecutivo con su reacción tras la ruptura oficial –que no real, pues nunca dejaron de rearmarse y extorsionar– del alto el fuego "permanente" etarra. De pronto, De Juana Chaos y Otegi, el asesino "que estaba a favor del proceso" y el "hombre de paz" se convierten en los enemigos más perseguidos de Zapatero y de Rubalcaba. Algo que certifica por la vía de los hechos que, efectivamente, ambos estaban siendo parte de la negociación y que formaban parte de los cromos que se estaban intercambiando Gobierno y terroristas.
Por tanto, es Zapatero quien tiene que rectificar; que diga ahora que no va a exigir ninguna rectificación a Mariano Rajoy es un disparate que movería a la risa de no demostrar tanta caradura. El Partido Popular podrá haber cometido infinidad de errores en muchas cosas, pero jamás ha variado de estrategia y se ha mantenido fiel a la letra y el espíritu del pacto por las libertades, a la Ley de Partidos y a la lucha antiterrorista. Es Zapatero y su Gobierno quien ha destruido el trabajo de todos en esta materia, quien ha convertido en tierra quemada el esfuerzo de los demócratas. En consecuencia, es Zapatero quien tiene que rectificar, y lo tiene que hacer de la A a la Z. En todo. En estrategias, en mensajes, en valentía, en claridad y en operatividad.
La pregunta es sencilla: ¿lo va a hacer? La respuesta, por más que duela, es un "no" rotundo. Su obsesión congénita por la mentira, el engaño y la dialéctica vacua hace muy difícil una rectificación. Es más, la experiencia nos dice que los encuentros entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición los convoca Zapatero sin intención ninguna de llegar a buen puerto. No quiere acuerdos con el Partido Popular, porque su política tiene en ese enfrentamiento uno de sus pilares básicos, así que poco se puede esperar.
Nadie debería olvidar que es el presidente del Gobierno quien debe volver al consenso, porque ya existía y fue él quien lo enterró. Pero lo cierto es que, a día de hoy, no ha realizado el más mínimo gesto que indique un cambio de actitud. Zapatero es quien debería rectificar y no lo va a hacer. El futuro no puede ser más negro.